Esta mañana al abrir la ventana de mi recámara me sorprendió el sol tan brillante, el viento fresco hacía una perfecta combinación con el calor nada sofocante, leía las líneas de un libro devocional, intentando encontrar palabras de aliento para la siguiente batalla. Un par de pájaros trinando, ambientaban el excelso amanecer, la ausencia de automóviles hacía la calle que da exactamente a mi ventana mucho más amigable, la cual a estas horas es bastante transitada.
Todo hacía parecer que estaba habitando un pedazo de paraíso, temperatura perfecta, recámara sin humedad, algunas actividades pendientes para este día, se avecinaba un día extraordinario, pensé. Pero todo da un cambio radical en cuanto tengo la manía de “hojear” algunos diarios y espacios de información electrónicos: violencia, guerra, la lucha del narco contra ya no sé quien, confusión entre la juventud y el resto de los habitantes, se habla también de que el estrés postraumático entre la juventud y las futuras repercusiones que éste causa, una de las cuales es la depresión.
Parece ser que es una lucha en la que no se dilucida el final, pareciera ser que la sociedad se ha sumergido por la fuerza a una disputa sin cuartel y en la que el factor tiempo se ha perdido, ¿cuándo finalizará esta guerra? ¿Quién luchan contra quién? ¿A qué bando pertenecemos? ¿Quiénes son los enemigos y quiénes los aliados? ¿A qué líder seguimos y que plan lleva éste?
Constante confusión causa el no tener respuestas para varias preguntas que no sé si pudiesen aclarar el sendero; observo a las personas ya desensibilizadas al enfrentar a diario estas noticias, ya no es simplemente por informarse, el morbo nos ha llevado más allá; observar fotografías de locales dañados por balaceras, cuerpos descuartizados, camionetas de lujo calcinadas, cuerpos regados en las calles vaciados en sangre, arsenales decomisados, toneladas de drogas, montones de dinero en efectivo, amenazas de un bando contra otro, unos se declaran la salvación para el país y el otro es la vil escoria, narco-mantas y narco-boletines, etc. (desafortunadamente casi todo tiene combinación con el prefijo “narco”); historias que ya son tan familiares en nuestros diarios, noticieros y pláticas entre los habitantes, que ya no sorprenden como algunos años atrás. Lo que a diario se consume se retoma como ordinario.
De nuevo la voz del poeta: Yo no sé si ésta es la hora de que hablen los dioses... pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan grande, la broma tan sangrienta... y el hombre tan vil... que el poeta prometeico... el payaso de las bofetadas... se yergue... rompe sus andrajos grotescos de farándula, se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde los raposos y los mercaderes del Mundo dirigen los destinos del Hombre... y pide la palabra.
Estas desgarradas y contundentes palabras fueron escritas por León Felipe en 1938, pero tienen hoy una vigencia asombrosa. Proceden de su obra El payaso de las bofetadas y El pescador de caña, donde su voz y a su alma se emparentan con don Quijote cuando pronunció por primera vez la palabra justicia en los campos de Montiel.
Un hombre necesita solo lo que puede cargar, y el mexicano ha estado cargando un peso excesivo durante los últimos años, que no puede ni es necesario que continúe soportando. ¿Hasta cuando se definirá el final de tan fastidiosa batalla en México? Será con un cambio de poderes, el regreso del priismo, el gobierno “legítimo” lopezobradorista, un mesías indígena salvador-semidios, una reforma política, penal o electoral, la legalización de las drogas, duras blandas o sintéticas, ¿quién tiene la fórmula para mejorar y recomponer el camino y, además terminar en números aceptables esta batalla contra el crimen?
He intentado buscar una respuesta a esta última cuestión: el final tendrá su aparición cuando el mexicano promedio comience con el rompimiento de la estática mediocre en la que se ha plantado esperando órdenes y soluciones casi mágicas de un poder fáctico y de una cúpula de pseudogobernantes… tú y yo decidimos el final de este capítulo obscuro de nuestro país.
ASC//asc