PENSANDO Y ACTUANDO

EL ABISMO QUE SEPARA EL LADO DE OPINAR FRENTE AL DE ACTUAR MUCHAS VECES ES INMESURABLE, LA UNICA MANERA QUE PODEMOS REDUCIR DICHA DISTANCIA ES...
Mostrando las entradas con la etiqueta freud. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta freud. Mostrar todas las entradas

martes, 1 de junio de 2010

LA PODEROSA MENTE!!

LA MENTE


SIN DUDA LAS CIRCUNSTANCIAS ACTUALES INTENTAN DETERMINAR QUE ES LO QUE ALIMENTARÁ NUESTRAS MENTES, PRETENDE QUE NUESTRO ALIMENTO SEA LA INFORMACIÓN DE 23 DEPORTISTAS DE "ALTO RENDIMIENTO" VESTIDOS DE VERDE O NEGRO QUE NOS LLEVARÁNA OTRA REALIDAD MEXICANA, O QUE CON DISCURSOS DEMAGÓGICOS DE LA POLITIQUERÍA HARÁN QUE TODO CAMBIEN POR ARTE MÁGICO, INTENTAN INYECTAR POR VARIOS MEDIOS MENTIRAS, PROMESAS QUE PARECEN INCUMPLIBLES PARA EL QUE LAS DECLARA. ATENTOS DEBEMOS VIVIR PARA DISCERNIR QUE ES LO QUE TRAGAREMOS COMO REALIDAD,, NO TODO LO QUE MIRAMOS, OIMOS, PALPAMOS O DECIMOS ES LA REALIDAD DETERMINANTE...

ASC//asc

jueves, 27 de mayo de 2010

MELANCOLÍA





La melancolía es desenfreno de una posesión enloquecida. Una fórmula freudiana la describe como movimiento en el que “la sombra del objeto cae sobre el yo”.

Para Freud, es una protesta desaforada ante lo que se vive como un injusto despojo. La melancolía es una revuelta contra la muerte, la enfermedad, la vejez y el imposible control de un semejante. La sombra del objeto que cae sobre el yo es el oscuro retorno, sobre la primera persona del singular, de la propia ilusión proyectada. La vuelta sobre sí de un poderío marchito.

El amor freudiano es una transacción: adquirimos, a través de otro, una garantía emocional, un valor de nosotros mismos. Importa que el elegido no contradiga el engaño o que simule ser lo que necesitamos. Cuando se ama, no se sabe qué hacer con ese amor, se dice: te quiero tener, eres mía, no me dejes nunca, vamos a estar así toda la vida. A la pasión le cuesta imaginar una declaración no posesiva.

La melancolía es tiranía del amor: no quiere admitir que la persona amada no es una marioneta obligada a darnos felicidad. Melancolía es persistencia de esa ilusión caída, se resiste a un nuevo amor porque no quiere enfrentar otro desastre.

La melancolía sufre más por perder su reinado que por la pérdida del otro. Una cosa es estar triste por el amor que se ha ido y otra es negarse a aceptar que la vida del que se fue nunca estuvo gobernada por el propio poder. El enamorado identifica amor con compulsión de dominio: tener poder sobre el otro o que el otro tenga poder sobre mí, son opciones de la pasión en tiempos del capitalismo.

Se sale de la melancolía a través de un duelo, pero duelo no quiere decir tristeza razonada o despedida dolorida por el amor perdido, duelo significa omnipotencia resignada.

La posesión sin límites es la secreta aspiración de la melancolía. Los cuerpos angustiados de nuestra cultura aprenden a calmarse (de eso que no saben) teniendo algo: juguetes, personas, dinero, objetos, bienes, talento, prestigio.

El apoderamiento es casi el único remedio ofrecido a la subjetividad que, asustada, no imagina otras formas de felicidad. El capitalismo fabrica vidas poseídas. Los poseídos, sin embargo, no se sienten infectados por ese poder, sino sujetos libres. A los innumerables pobres y excluidos, restos sociales que casi no cuentan, se los llama desposeídos.

La melancolía es certeza empecinada: cree haberse adueñado de lo que nunca ha tenido. La melancolía querella a un fantasma, confunde la muerte inevitable con la traición.

La angustia es el infinitivo de la vida humana: es silencio y soledad. No hay deseo sin la invención de ese vacío. El deseo no busca la posesión, sino el buscar. El deseo es una forma impersonal sin compromisos con una meta anticipada. El deseo tampoco se posee, se da o se aloja, provisorio, en su paso hacia lo otro. El deseo es inconformidad.

martes, 2 de marzo de 2010

EL CONOCIMIENTO COMO PESTE PARA LA HUMANIDAD



Darwin en su viaje a bordo del Beagle, le permitió reunir el material que le llevaría a revisar las ideas en vigor – esencialmente religiosas—sobre los orígenes del hombre. En vista de las implicaciones de su teoría resultaba evidente que, una vez publicados sus descubrimientos, el mundo ya no podría ser el mismo de antes. Por ello, Darwin dudó largo tiempo, acumulando los elementos de apoyo a su tesis, y cuando finalmente se decidió a publicar, el peso de las pruebas era tal que, a pesar de su explosiva naturaleza, su teoría fue rápidamente admitida, al menos por círculos científicos. En la Psychanalyse, son image et son public, Moscovici recuerda que Freud, al desembarcar en Nueva York a finales del siglo pasado, habría dicho a Jung: “no sospechan que les traemos la peste”. Freud al igual que Darwin, sabían cuales eran los trastornos culturales que conllevarían sus ideas, una vez aceptadas estas.