Aún tengo presentes las anécdotas que me contó mi abuelo sobre las páginas que le comentaba su padre (o sea mi bisabuelo) ya casi en sus últimos suspiros de vida sobre las cátedras que tuvo oportunidad de tomar en Alemania en aquel invierno calamitoso de 1919.
Weber, comentaba el bisabuelo, siempre intentaba presentar un análisis y reflexiones que estaban conectadas entre lo científico y lo político, teniendo como puente a la sociología, respaldada con un pensamiento más bien economicista.
A continuación expongo de manera breve y concisa algunos de los pensamientos que el bisabuelo pudo rescatar de aquellas épocas en las frías bancas del auditorio germano, a los pies de Weber:
1. Cierto es, en efecto, que las mejores ideas vienen a las mentes cuando uno fuma con toda tranquilidad un cigarro en el sofá, tal como le acontecía a Ihering, o como declaraba Helmholz con precisión de físico, que las ideas le venían mientras paseaba por la cuesta del bosque, o en el momento más inesperado. Como quiera que sea, las ideas brotan de pronto, después de muchas tribulaciones e inquieto afán en la mesa de trabajo.
2. En el terreno de la ciencia solo posee personalidad quien se entrega pura y simplemente al servicio de una causa.
3. Cualquier “logro” de la ciencia implica nuevas cuestiones y tendrá que ser superado y envejecerá irremediablemente.
4. Podrás sentir el cansancio de vivir, más nunca la saciedad de la existencia.
5. ¿La ciencia es el camino hacia Dios? ¿Puede llamarse camino hacia Dios ese poder específicamente ajeno a la divinidad?
6. ¿Cuál es el sentido actual de la ciencia como vocación? La respuesta más acertada es la de Tolstoi, contenida en las siguientes palabras: “la ciencia carece de sentido, puesto que no tiene respuesta para las únicas cuestiones que nos importan, las de qué debemos hacer y cómo debemos vivir.”
7. Y esta última que me parece genial: “El diablo es viejo; hazte viejo para que lo entiendas”. Naturalmente esto no tienen nada que ver con la edad cronológica-física; su sentido está en que para acabar con ese diablo no hay que rehuirlo, como hoy en día se acostumbra hacerlo con tanta satisfacción; por el contrario, es menester ir tras su huellas hasta el fin, para indagar sus poderes que le son propios y sus límites.
La centralidad de la ciencia y el pensamiento humano es algo sencillo si cada quien da con el demonio que maneja los hilos de su existencia y se dedica a obedecerle...
ASC//asc