En un reino lejano, abundaban las serpientes cobras. Los fakires las hipnotizaban y haciéndolas danzar se ganaban la vida. Un niño imprudente se creyó fakir y trató de encantar a los reptiles. Estos lo picaron, quitándole la vida. El rey al enterarse de esto, ordenó:”¡Desde hoy, bajo pena de muerte, se prohibe hipnotizar a las cobras!” Y es así como los fakires profesionales se murieron de hambre.
COMENTARIO.- El ser humano tiene niveles diferentes de desarrollo espiritual. Lo que es mortal para unos puede ser vital para otros. La prohibición nunca engendra una solución. Es mejor educar que impedir.
Tomado de: PLANO CREATIVO
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